Todas las dictaduras cuando sienten que su consentimiento a nivel social viene en picada comienzan a establecer en sus medios adictos un concepto de normalidad de la ruptura del orden institucional y de voluntad belicosa y violenta de aquellos que no se sometan al su arbitrio. Y allí es donde surge una palabra que debe repetirse hasta el infinito evitando ahondar en los detalles de la misma que es la palabra “pacificación”. De esta manera, los regímenes pretenden normalizar sus atrocidades y trransferir la carga de la paz a aquellos que no se someten. Siempre cuentan para ello con la colaboración de corporaciones ideológicas y de comerciales con fama de imparciales pero ya funcionales a la tiranía. Comerciantes minoristas a quienes los negocios no les cierran mientras hayan marchas y protestas se asocian al gobierno y piden pacificación, lo mismo que la Iglesia que convoca al diálogo para normalizar la dictadura.

Desde el Gobierno dictatoria de Bolivia ven con cierto temor que prosiguen las marchas contra la dictadura y mientras hablan de la pacificación endurecen sus posturas eximiendo de responsabilidad a los militares por los delitos y crímenes que cometan en las tareas represivas que se les han encargado, tal es el miedo que tienen a la rebelión en marcha. Los medios ligados al régimen dictatorial impiden mostrar imágenes de las movilizaciones pero si reproducen los partes de detenidos, heridos y muertos en las movilizaciones, cumpliendo con su rol de amenazar a todo aquel que pueda pretender sumarse a la rebelión de los costos que tiene oponerse en un país donde una oligarquía maneja los resortes del poder proscribiendo al parlamento y negando con desfachatez que lo suyo sea un golpe de estado. La paz que busca la dictadura se llama impunidad y sólo será posible si la tiranía logra convencer a las mayorías que la normalidad es el sometimiento, cosa que aún con todos los medios masivos usándolos como repetidoras no pudieron lograr.

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La comparación no es para nada antojadiza, es más, desde este medio estamos investigando e informando sobre las intenciones y medios nefastos de la Dictadura Boliviana, con la suficiente fundamentación y fuentes para sostener nuestras afirmaciones. A veces estamos un paso adelante de las intenciones de la tiranía, quizás por que vemos cuáles son las experiencias de su historia y las enseñanzas de las experiencias de golpes blandos más recientes y se nos hace predecible su accionar. Véamos lo que decía el criiminal Arce Gómez luego de derrocar a punta de pistola a la Presidenta Constitucional Lidia Gueiler y entenderemos ésto que decimos.

La brutalidad y la deshumanización del otro fueron la característica de los dictadores bolivianos y sus sicarios. Como en toda dictadura alegan para quitarles el caracter humano que son la antipatria y los enemigos de todo el país. Que vayan con el testamento bajo el brazo decía este criminal. Pasan los años y nuevamente un golpe de estado se impone pero esta vez tratando de ocultar su violencia y expulsando del país a la prensa internacional con el mote de sediciosa. Sabemos y entendemos que quieren una represión sin consecuencias ni testigos. La dictadora Jeanine Áñez puso en funciones como Ministro de Gobierno a Arturo Murillo, cuyo discurso remozado no difiere mucho del deshumanizador de Arce Gómez, es más en parte es más duro y más hipócrita.

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La dictadora boliviana Jeanine Áñez Chávez, a través de sus ministros y de la tropa de choque que asola las calles del país y no permite ningún tipo de difusión de la información busca una legitimidad que le es imposible de obtener. Por que haber elegido a una Presidenta de Facto en una Asamblea Legislativa sin quórum, haber dispuesto que la mayoría de los parlamentarios no puedan acercarse al Palacio Legislativo siendo expulsados de Plaza Murillo por tropa policial que no respetó la investidura de los representantes, sumado a que la imparcial OEA a través de su presidente diga que el golpe no existe y que el único golpista era Evo, hace que esta parodia para forzar una institucionalidad requiera cada vez más del terror. La razón sólo la obtendrán a punta de pistola y haciendo que la represión tenga los menos testigos posibles. Como dato ilustrativo les mostramos lo nerviosas que están las fuerzas represivas y como la tropa ataca con total impunidad, que sólo puede surgir de orden superior, a una periodista de la cadena árabe Al Jazeera.

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