Miles de pequeñas y medianas empresas del país están pasando las mil y una. Eso por no hablar de la situación de las gran mayoría que ve que sus ingresos se ven reducidos, que padecen suspensiones y despidos que hacen todo que casi todo decreto sea letra muerta. Sólo vale la parte en que los poderosos hacen lo que se les canta o lo que necesitan. De ahí que los decretos sean de necesidad y urgencia de las oligarquías y la multinacionales y a los trabajadores del país que los ayude alguna deidad con suerte. Acá hay que mantener a los poderosos tranquilos, para eso despliegan cada vez más tropa en todos lados. Los grandes centros urbanos se hallan sitiados, sin que le importe mucho a la Rosada la vida de la gente, pero basta que un pulpo venga en picada, para que papá Estado Burgués le cargue otra al pueblo para salvarlo. El Estado expropiará al infame pulpo de la soja transgénica en aceites y combustibles Vicentin. Lo más gracioso, es el que el Presidente de la República, con suprema desfachatez lo quiere hacer ver con una gran muestra de autoridad sobre el sector privado, cuando es de un servilismo total al interés de los ricos que hubieran puesto colorado al mismo Mauricio Macri. Es claro que el perfil de este gobierno es la última línea de la defensa de los intereses de las clases dominantes y que aprovecha esta cuarentena para hacer ajustes criminales, por donde se los mire. Y tiene el tupé de hablar de SOBERANÍA ALIMENTARIA. No, esta clase de burlas ya son intolerables. No puede mostrarse de forma noble y liberadora, lo que es otra expoliación al pueblo. El kirchnerismo, el menemismo y todo su séquito de peronismo no reconoce ese concepto ni aunque se lo dibujen. Siempre fueron unos farsantes y no tienen motivos para dejar de serlo.
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