En un discurso de 20 minutos en donde solamente se arrogó el Comando Único de la crisis sanitaria como base para imponer sus ansias burocrático autoritarias, el Presidente de la Nación se dirigió al país. Su voluntad de ratificar su vocación centralista quedó nuevamente en evidencia, ya que de forma muy poco clara anunció unas medidas que solamente desarrolló en forma genérica, como a quién poco le interesa las mismas y le pone más fuerza a pedir más poder por que la sociedad es la culpable de las ineptitudes oficiales evidentes en el combate de esta pandemia.
De entrada comienza mintiendo, ya que se refiere a siempre no habla con la verdad. Lo dijo con total desparpajo y sin ponerse colorado, como cuando luego se refirió a que no especula con la crisis. Algo en lo que insiste en sus últimas apariciones públicas. En su visión fantasiosa llama a ser solidario a los otros, que lo son y no a los políticos que no han hecho ningún esfuerzo aún.
De allí en adelante comenzó un largo camino de justificación del modelo burocrático autoritario que pretende imponer usando como excusa para el mismo los padecimientos de todos y todas en esta pandemia. Luego por unos segundos mostró gráficas en las que imperaba el rojo catástrofe y lo más rápido posible para que nadie, ni él mismo profundice en ellos. Inmediatamente después comenzó echándole la la culpa al fallo de la Corte por el aumento de los casos, en una muestra de caradurismo que ya se hace costumbre en el Presidente. Y tras ello siguió usando un lenguaje marcial para plantear que ante la crisis sanitaria debe haber un comando único. Batir el parche de una guerra imaginaria, mezclando el discurso del Proceso con el del enemigo invisible de Kirchner, parece ser lo que se viene en la comunicación estatal futura. Asimismo exige mayor fiscalización y punición, es decir más violencia institucional y delación social. Pretende el Presidente decirnos a todos y todas que el Toque de Queda y las prácticas procesistas, que dice se incumplen, sin decir quién, son otras de las culpables de los contagios. Volvió a hablar de relajación, pero esta vez solamente refiriéndose al control social de las fuerzas federales a su mando. La culpa es de cualquiera menos del Gobierno, tal cual la eterna victimización kirchnerista del poderoso mostrándose sin poder. Insiste en que sus caprichos bajarán los contagios, cosa que no ha ocurrido hasta ahora. Todo esto regándolo con la insistencia en que lo avalan datos científicos, para él mismo irrefutables, y que no cita en ningún momento.
En lo resolutivo no se extendió mucho, salvo decir que se restringe la circulación hasta el 30 de mayo sin expresar cómo lo hará y a quienes no les permitirá moverse. La ciudadanía, solamente se prodrá mover alrededor del domicilio, sin más datos que esa expresión de deseos. A partir del 31 de mayo y hasta el 9 de junio se volvería al régimen actualmente vigente. El Presidente declaró que le importa la gente y las dificultades que estas medidas le generan, pero solamente lo declaró.
Luego, insistiendo en su carácter de Maestro de Siruela, vuelve a explicarnos lo que todos ya sabemos y cumplimos y por eso no nos contagiamos aún del Covid, del que sí se contagió el Presidente mismo.
A modo de conclusión no dijo mucho, solamente nos prometió sangre, sudor y lágrimas sin mostrar ninguna medida de austeridad del poder político y ni la más mínima autocrítica. Tampoco, como ya vimos, dió muchas precisiones sobre las nuevas medidas y habrá que esperar otro de sus amados DNUs para saber qué nos espera. Cuando dispongamos del mismo se los haremos llegar, mientras tanto, les brindamos el discurso completo del Presidente de la República para que ustedes lo lean de acuerdo su propio criterio.
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