Por ahora la partida de Berni queda en stand by:
Pasadas las elecciones, Berni amenaza con irse del Gobierno, pero sigue paseándose con el Gobernador Axel Kicillof mostrando aumentos y beneficios a las policía bonaerense, por eso de que “policía con aumento reprime más contento. Cada día otorgan más patrulleros y lo publicitan con pelos y señales en el sitio oficial de la Provincia de Buenos Aires. Si Berni no se va es porque vislumbran un horizonte de violencia institucional creciente si son derrotados nuevamente en noviembre. Algo que no pueden garantizar sus yamuy aburguesados inútiles a sueldo.
Albeto, Cristina, Kicillof y hasta Larreta necesitan de gente como Berni y por eso se queda, por su siniestra desfachatez y desprecio por las libertades públicas.
Le van a tolerar lo que sea, que le diga cachivache a su empleador en momentos desgraciados, lo que sea porque en la Argentina de las post pandemia se necesitarán palos y él siempre fue presto y servidor en esos menesteres. Como en el tema de la escalada represiva sobre las comunidades mapuches en el sur, es él el que acusa a los originarios de terrorismo y pide que intervengan fuerzas federales en la cuestión. Este payaso sádico tiene la suficiente cara de piedra para hacer de sacerdote de la violencia institucional cuando hace falta.
Por ahora, lo de Berni no es más que otro culebrón de esos que surgieron en el oficialismo luego de la derrota de septiembre. Ya vimos como el kirchnerismo puede mutar la imagen de quién sea de traidor a ídolo. En temas como pueblos originarios, derechos humanos, seguridad y narcotráfico, por decir algunos, en los que los kirchneristas dicen querer la paz, los machos castigadores como Berni hacen “independientemente” la guerra a los más débiles con cualquier excusa. Buscan votos por derecha y un “carapintada” metebalas es seductor para esa gente a la que buscan convencer antes de las elecciones de noviembre.
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