Una Historia de vasallos violentos y decididos a todo:
Todo comienza siempre de la misma manera en la estructura burocrático autoritaria de un kirchnerismo, que cuánto más fracasa, más se emperra en decir que no, que están en el rumbo correcto y que sus jefes millonarios son víctimas del sistema, ese mismo que le llena los bolsillos a sus patrones y le mata el hambre al siervo que se inmola por la supervivencia. Desde ese ambiente surgen cada tanto los sacerdotes de la violencia que pasan a ser deidades. Imposible es sostener el enriqucimiento sideral de la casta política mientras las grandes mayorías pasan hambre. Pero no piensan hacerlo sin violencia hacia el otro, el que deben suprimir. Cuando necesitan dar palos, abren sus alcancías (con dinero de todes) y les dan buenas sumas a estos auténticos pashás para que tengan a su disposición una casta infame de informantes parapoliciales y el apoyo comunicacional de perros de presa que hace mucho tiempo dimos en llamar Komunikagadores.
Es parte de la naturaleza del Peronismo, desde tiempos en que el Coronel autoascendido a General, con una palabra mal oída por sus alkahuetes, cual en la película Brazil, podía juzgar y condenar a quién sea al ostracismo o la muerte. Cuenta la leyenda que el boxeador Alfredo Prada visitó preocupado a Perón en la Casa de Gobierno. La inquietud del púgil era que había llegado a sus oídos que el General lo tenía entre ojos, más precisamente le habían dicho que Prada lo tenía podrido. Se dice que Perón se vió sorprendido ante lo que le contaba Prada. Pensó unos segundos y miro hacia los manzanillos ignaros que tenía a su alrededor y le dijo: “Pravda, brutos, me tiene podrido Pravda”.
En la Argentina de hoy hasta el Memorial por los muertos de Covid-19 es sentido por los que mandan como un insulto. La más mínima crítica o cola de paja mueve a parapoliciales al mejor estilo Triple A a hacer tronar el escarmiento. Siempre el fin, que para estos parásitos nauseabundos del Estado es que sus jefes oligárquicos controlen todos los resortes del poder, justifica todos los medios que crean necesarios sus limitados criterios. Nadie en el Peronismo y menos el 17 de octubre hace nada sin sentirse habilitado por mandato superior de sus jefes, mucho menos a pasos de la Casa de Gobierno y con funcionarios presentes en el lugar. Nadie hace tal acto de barbarie sin habilitación suprema y garantía de impunidad, no tan abiertamiente.
Es lo que piensan lo que nos mandan, les molesta hablar de los muertos, mientras estaban de fiesta en Olivos. Les molesta a tal punto que pierden el control de sus actos y recurren a justificar impulsos. Y vuelven a mentir y vuelven a decir que ellos respetan, cuando los hechos los desmienten. Hasta sus subsidiados medios de propaganda como Página/12 niegan o ignoran deliberadamente lo ocurrido. Por más que quieran ocultarlo su verticalismo militar y violencia sectaria afloran en cada una de sus acciones.
Como tan ridícula manía requiere de personas de IQ pequeño y violencia grande, a veces se hace muy difícil que una idea les llegue a la cabeza, si no es repetitiva y fundada solamente en la máxima de todo accionar peronista. La que el mismísimo General les enseñara en los años setenta. Dígalo usted, General.
Los votos son de ellos, ellos son el Pueblo, sus millonarios son pobres perseguidos por el poder y los pobres diablos de a pie somos el odio, el golpismo, somos todo lo que ellos aborrecen de ellos mismos y que proyectan en los que piensan distinto, aunque sea un poco. No se admite nada más que subordinación y valor. Pensar es subversivo para esta gente desde siempre.
Este es el marco en el que surgen personajes siniestros como Berni, Massoni y Aníbal Fernández que son endiosados y llevados al panteón de sus héroes, lo que para cualquier persona pensante no serían más que unos vasallos extremos de una oligarquía de coroneles bastante toscos y embrutecidos.
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