Siempre estamos llegando a Basavilbaso…
Tras el vivo del día martes nos dedicamos a atender las consultas sobre el contacto con la Profe y al mismo tiempo compartimos una trasnoche de experiencias militantes con los hijos de la profe Remigio y Hernando. Ejercimos el tradicional “tráfico de influencias” conectando a luchadores con luchadores sobre temas en común. Al otro día había que conseguir pasajes para una más de las escalas de este viaje que era visitar y compartir una tarde con la familia de Fabián Tomasi en Basavilbaso.
Llegó el miércoles e hicimos en micro los cien kilómetros que nos separan Gualeguaychú de Basavilbaso, buscando durante el viaje nuevos caminos y recordando el último tramo de Misión Gringo Panza Verde de octubre de 2016. En aquel momento todo conspiró para que no pudiéremos conocernos con la Profe Lemes. Nuestro paso por Gualeguaychú nos llevo a conocer a las compañeras del Colectivo Me hago Cargo y pasamos la noche previa a la pedaleada a Basso en su casa de Puerto Belgrano. A la vuelta la gente de Flecha Bus de Basavilbaso, con Rubén a la cabeza me garantizaron la vuelta con bici y todo en micro. No faltaría oportunidad y este viaje indica que quienes quieren conocerse lo hacen por más que lluevan destornilladores de punta para evitarlo. Ese encuentro se produjo en marzo del año pasado en casa de Fabián y bien lo reflejó Silvia Miguez.
Pero volvamos a Basso, que es adonde estamos volviendo, adonde siempre estaremos llegando. Tras dos horas de viaje nos bajamos un poquito antes, a la altura del Polideportivo de Basavilbaso, el que cruzamos a vuelo de pájaro para llegar a la hoy casa naranja de Tucumán 687 la de la Familia Tomasi. De entrada nos recibió Betty, la madre de Fabián y de todes les hermanes que el Gringo recibía en su hogar. Pregunté sobre la gente de Basso, los Ackerman siempre presentes, Silvia Miguez, Jorgelina de la Otra Verdad y tantes otres que llenan aún de sonidos y vida la casa. Al rato, nomás llegó Nadia que tiene un trabajo y que eso ayuda a que las cosas no sean tan cuesta arriba en esta sociedad en la que todo se compra y quienes no transan pierde de a uno todos los derechos a una vida digna. Mamá Betty sigue renegando con problemas en las piernas que viene arrastrando desde el año pasado. Dentro de todo y con sus 85 años se la ve muy bien, aunque se hace la remolona en cuanto al agua que debe tomar para ayudar de alguna manera a la curación. Nadia entrena un poco más esporádicamente pero no deja de hacerlo y sigue pensando en un futuro retomar sus estudios si las circunstancias de la vida así se lo permiten.
Llegó la hora de volver a Gualeguaychú y Nadia nos acompañó a la Terminal de Omnibus, le hice saber por millonésima vez que somos muchos los hermanos en todo el país y que siempre estamos llegando a Basso.
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