A nueve meses del origen de la crisis del covid19 en China, y a cinco de la declaración de Pandemia por parte de la OMS, bien vale un repaso y algunas reflexiones al respecto.
Estadísticas COVID19 al 1-8-20
Mundo
Población total: 7.500.000.000 de personas
Infectados covid19: 17.991.501 “ “ (0,23% del total)
Fallecidos covid19: 687.718 “ (0,009% “ )
Tasa de mortalidad: 3,87% (de cada 100 enfermos, fallecen 4)
(se calcula que los infectados son tres veces más,
por lo que esta tasa bajaría a poco más del 1%)
En el mundo mueren 160.000 personas por día según la ONU, por causas generales
2.600 son por covid19, el 1,6% del total
Es decir que 157.400, el 98,4% de las personas mueren de cualquier otra cosa, menos de covid19
Argentina
Población total: 45.000.000 de personas
Infectados covid19: 191.302 (0,42% del total)
Fallecidos covid19: 3.558 (0,007% “ )
En Argentina, sólo el año pasado, murieron 33.000 personas por GRIPE COMÚN y 44.000 a causa del tabaquismo, según el Ministerio de Salud
Nadie hizo cuarentena por ello
Según el mismo Ministerio, en 2018 murieron 342.000 personas en el país. Se puede deducir que en 2019 se rondó la misma cifra. Significan alrededor de 940 cuarenta muertes diarias.
Las 3.558 muertes por covid hasta hoy, significan el 1% de aquella cifra. Pero parece que sólo esas importan, y no el 99% restante.
Lo que cabe preguntarse es qué pasa si no se consigue una vacuna eficaz para este virus. De hecho, esta enfermedad vino para quedarse, y habrá que convivir con ella por el resto de la historia humana.
¿Viviremos en cuarentena el resto de nuestras vidas entonces?
¿o habrá que extremar la imaginación para terminar con este absurdo encierro?
¿qué pasaría si se sucedieran –como se pronostica- pandemias letales de verdad, como lo fueron la Peste Negra, la Peste Azteca o la Gripe Española?
Construir centenares de hospitales y formar muchos más profesionales para estar preparados para nuevas pandemias parece lo más coherente de aquí al futuro, aunque la burguesía mundial lo considere un gasto inútil porque en tiempos normales todos esos recursos permanecerían ociosos.
El presidente Alberto Fernández dijo el viernes pasado (31-7-20), en su nuevo anuncio de extensión de la cuarentena que empezó el 20 de marzo y por ahora se extenderá hasta el 18 de agosto, que “la cuarentena es lo único efectivo que se puede hacer”, ante la enfermedad que ha afectado al 0,23% de la población mundial y al 0,42% de los argentinos, y que lo que él quiere es “cuidar las vidas” de los habitantes de este país. Esas mismas vidas que no cuida con el resto de las causas de muerte, que son infinitamente más que el coronavirus.
¿Por qué no se actúa igual ante el hambre entonces, consecuencia del sistema que lo produce, el capitalismo?
El miedo que han instalado en la población a través de los medios es tan grande, que hasta en los sectores más combativos de la población, hasta en la izquierda llamada “revolucionaria”, ha calado de tal manera que se defenestra a cualquiera que opine distinto a lo establecido.
El sólo hecho de exponer la contundencia de las cifras que figuran al principio de esta nota merece, por parte muchos “camaradas” el miserable tilde de “bolsonarista” o “trumpista”, desconociendo las distintas posturas ideológicas, la defensa de intereses absolutamente contrapuestos entre ellos y nosotros. Mientras las lacras de la derecha defienden la explotación y el saqueo capitalistas y les importa un bledo la vida de lxs trabajadorxs, a nosotros nos importan no sólo las vidas puestas en riesgo por el covid (el 1% del total), sino el 99% restante. Y mientras algunos “compañeros” y “camaradas” que cobran su salario puntualmente todos los meses, sólo ponen la mirada en los que tienen su misma condición, pero se olvidan o miran para otro lado ante la tremenda problemática que por ejemplo sufren más de 11 millones de trabajadorxs precarizadxs en Argentina, nosotros decimos que hay que tener política para TODXS lxs compañerxs de clase. Debemos estar en contra de la explotación del trabajo, no del trabajo en sí.
Lo cierto es que han logrado establecer que lo “políticamente correcto” es apoyar la cuarentena que el gobierno establece y pregona, junto con la progresía nacional, regional y mundial, y por qué no decirlo, los medios de comunicación, los laboratorios y los que manejan el sistema financiero imperialista (que son los que acumulan y/o acumularán pingües ganancias con la crisis), mientras los que nos oponemos “por izquierda” somos vistos como escoria funcionales a la derecha.
Claro que los funcionales son los que en medio de la tormenta “coronada” miran para otro lado o no hacen nada ante la destrucción de los derechos laborales conseguidos con sangre de trabajadorxs a través de décadas de lucha proletaria. O los que reparten miseria mientras no tocan los intereses de los poderosos, o los que se resignan a ello.
Es mentira lo expuesto por Alberto Fernández, acerca de que “no se puede hacer otra cosa” que la cuarentena. Se podría aclarar que la responsabilidad de la entrada del virus al país fue enteramente del gobierno, pues pudo haber prohibido el ingreso de los en su mayoría acomodados económicamente, que viajaron al exterior y lo introdujeron en nuestro suelo. También pudo haberlos forzado a hacer cuarentena en un “gueto” en todo caso; pero no lo hizo y los dejó circular, para luego rasgarse las vestiduras y “acuarentenar” a todo el mundo, sano o enfermo por igual, vallando sí las barriadas empobrecidas, imponiendo un control policíaco similar a un Estado de Sitio, donde hay que pedir permiso hasta para salir a trabajar.
Trágica negligencia que produjo que el virus importado por los ricos, afectara más gravemente a los sectores populares.
Si lo que prima es la vida sobre la economía (como corresponde), entonces hay que generar las condiciones básicas para la subsistencia digna de los que si no trabajan no comen. $10mil cada DOS MESES son una miseria y una humillación que no alcanza para nada (la canasta básica ronda los $60mil, según la junta interna del INDEC), mientras ofrece pagarle a los buitres lo que no debemos, cajonea el impuesto a la riqueza y desiste de “intervenir” (mucho menos expropiar) a un antro de corrupción como Vicentín.
Pero además, debería:
-no cobrar ningún tipo de impuesto a lxs asalariadxs, ni inmobiliario, ni provincial, ni municipal, ni al salario
-no cobrar ningún servicio, ni luz, ni gas, ni agua, ni de comunicación, ni alquileres.
-prohibir efectivamente los despidos, las suspensiones y los descuentos de salarios, so pena de encarcelamiento a todo patrón que incumpliera esas prohibiciones
-prohibir los aumentos de precios, sobre todo en la canasta básica, so pena de encarcelamiento también a quienes irrespeten esa regla.
-declarar un “perdón general” a todas las deudas de lxs trabajadores.
Sin embargo, el gobierno hace todo al revés:
-castiga a los trabajadores que salen a trabajar para poder llevar el pan a sus mesas
-negocia con los acreedores externos el pago de una deuda ilegal, ilegítima, fraudulenta y por lo tanto odiosa.
-deja que el empresariado haga y deshaga a su antojo, tal como queda explícito con los despidos, suspensiones y recortes salariales, y con los escandalosos viajes al exterior de la lacra Mauricio Macri, que se ríe de la cuarentena y el pueblo, aún estando procesado por la “justicia”. Lo hace Macri y todos los de su clase, por supuesto, sin recibir castigo alguno. La cuarentena, queda claro, es para los pobres. Los ricos pueden hacer lo que les plazca.
No puede ser de otra manera, conociendo el entramado de intereses y de poder en el Sistema Capitalista, gobierne quien gobierne.
La realidad es que una solución real para esta crisis pandémica y otras que vendrán y están en ciernes, está lejos de lo que se pueda realizar dentro del capitalismo. Es el capitalismo el que ha generado las condiciones para que esta pandemia, las que se avecinan y cualquier otro problema o crisis social no puedan resolverse sino agravarse, y tengan un tratamiento desigual según la clase a la que se pertenezca.
Es el capitalismo el que ha decretado que la vejez “cuesta caro”
Es el capitalismo el que ha establecido que cuidar y curar la salud de las mayorías es antieconómico.
Es el capitalismo el que considera un “gasto” construir hospitales y tener personal sanitario bien pago y con recursos e insumos.
Es el capitalismo el que orada los salarios, porque afectan la tasa de ganancia de los empresarios.
Es el capitalismo el que ha creado esta asqueante realidad, donde 10 familias reúnen la riqueza de la mitad de la población mundial, mientras millones mueren de hambre anualmente.
Pero además, es el capitalismo, el modo de producción burgués, con su concentración industrial, financiera y administrativa, el que ha modelado la demencial distribución demográfica en todo el mundo, donde millones se hacinan en megalópolis que producen todo tipo de enajenaciones a quienes las habitan, y crean las condiciones necesarias y suficientes para que cualquier enfermedad contagiosa se transforme en epidemia y pandemia. Es evidente que hay que ir hacia otra distribución demográfica, una verdaderamente racional, pero eso no va a ser posible mientras exista el capitalismo.
Está claro que el mundo debe cambiar, que se necesitan reglas completamente distintas a las hoy existentes, reglas que no permitan la aglomeración, ni la desigualdad, ni la injusticia, ni la propagación de las enfermedades… ni la explotación del ser humano por otro ser humano.
Para ello hay que producir una verdadera revolución mundial, una que se base en un modo de producción que socialice la riqueza y no la concentre. Que distribuya la población y no la amontone.
A eso algunos lo llamamos sociedad socialista, y aparece como la única alternativa para la Humanidad si es que quiere subsistir en las décadas y los siglos venideros.
Gustavo Robles
1-8-20
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