BASTA DE POLENTA

por Gustavo Robles

El gobierno de Alberto y Cristina se asoció con el de Larreta para reprimir la protesta de los más humildes.

Esa fue la frase que el jueves pasado, 28 de octubre, miles de humildes desocupados organizados en el MTR Histórico escribieron en el piso del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, con el producto que todos los meses y en cuentagotas reciben del Estado administrado por el FDT para alimentar a sus familias.
Por eso fueron reprimidos, en la calle por la policía de Larreta; dentro del edificio por la Federal de La Triple F (Aníbal, Alberto y Cristina Fernández): tuvieron la osadía de rebelarse a la injusticia y la humillación a las que intentan someterlos día a día.
En el “país de las vacas”, donde las vaquitas son más ajenas que nunca, el pobrerío que se rebela y dice BASTA es apaleado, baleado y encarcelado.
Abel Vazquez, Guillermo Besga y Julio Domínguez fueron detenidos durante la represión y liberados recién el sábado al mediodía. La compañera Cleydy Pizarro recibió un perdigonazo de goma en uno de sus ojos y el viernes fue operada para intentar salvarle la vista. Más de 70 compañeras y compañeros fueron heridos por balas de goma en alguna parte de sus cuerpos.
Así trata el Estado Burgués a nuestro pueblo humilde.
Los medios de comunicación, al servicio de los dueños del poder económico, quieren hacer ver como victimarios a las víctimas, al tiempo que tratan dócilmente a los saqueadores, fugadores y hambreadores de siempre.
Mientras los grupos económicos se llenan los bolsillos a paladas, mientras producimos alimentos para 400 millones de seres humanos, condenamos a grandes sectores populares a comer polenta diariamente… o no comer.
Este es el país que soñaron los oligarcas desde el principio de nuestra historia, el que modeló la Dictadura Genocida y que todos los gobiernos que la sucedieron mantuvieron, amparados en esta farsa que es la democracia burguesa, como política de Estado: la demonización de todo lo que sea estatal, la alabanza a la actividad privada, el financiamiento de la banca privada y la redundante concentración de riqueza en unos pocos, mientras las mayorías populares caen cuesta abajo en la pobreza.
En este país se le llama despectivamente “planeros” a los seres humanos que han sido desplazados de todo bienestar, desocupados empobrecidos y hambreados, pero los que se han enriquecido de la teta del Estado son los grandes empresarios que, no contentos con los subsidios, beneficios, turbios negociados y privilegios que toda la vida tuvieron y recibieron, han amasado sus fortunas por ejemplo endeudándose con la banca extranjera, pasándole esas deudas a las arcas estatales. Así fue como los Rocca, Bulgheroni, Fortabat, Soldati, Pescarmona, Perez Compac , Macri y varios más de su calaña consiguieron que la Dictadura Genocida estatizara sus deudas para que las pagara el pueblo trabajador. Algo así como ahora, sumaron a la deuda que le quieren hacer pagar a las mayorías populares lo que fugaron las lacras a sus paraísos fiscales durante el gobierno de los globos amarillos. Esas lacras sí que son algo más que planeros, parásitos que viven del sudor ajeno.
En este país las empresas les pagaron la mitad de los salarios a sus empleados con subsidios del Estado, pero los planeros son los pobres.
En este país el 60% de los ingresos fiscales se deben a dos impuestos: IVA y Ganancias. El IVA lo pagan por igual Macri que Juan de la villa, Rocca que María del asentamiento. Pero los planeros son los pobres.
En este país los pobres pagan impuestos todos los días de su vida al comprar lo imprescindible para vivir y sus gastos son casi exclusivamente para comer. Mientras, los ricos derrochan en lujos y se niegan a pagar un ridículo aporte extraordinario “por única vez”. Pero los planeros son los pobres.
En este país, las cárceles están llenas de pobres. Pero nadie roba más que empresarios, banqueros y latifundistas.
En este país, labura sólo el pobrerío, asalariado o no, y sus explotadores en su puta vida agarraron una pala u otra clase de herramienta. Pero los vagos son los negros y pobres.
En este país, la fuga de capitales ronda los 350 mil millones de dólares, cifra similar a la deuda que supuestos acreedores le reclaman al Estado nacional. Es decir, los ricos fugaron la deuda a sus paraísos fiscales, y los pobres deben pagar. Pero los ladrones son los pobres.
En este país el 1% de la población es dueño del 35% del territorio nacional, tierras robadas a sus originales habitantes a sangre y fuego, mientras millones de seres humanos se hacinan en urbes demenciales. Pero los ocupas ilegales son los pobres.
En este país en el que en 46 años la desocupación y la pobreza pasaron de alrededor del 5% ambas, al 50% de trabajo precarizado y pobreza, mientras los ricos se enriquecieron de manera obscena, los pobres son demonizados y los ricos –sus victimarios- admirados.

En este país la línea de indigencia está en$30.014
y la línea de pobreza en$70.532 (Indec, 2T 2021)
mientras según datos del Indec,
El salario promedio es de$43.907 (casi $30.000 menos que la línea de pobreza)
El 90% gana menos de$71.708 (en el límite de la pobreza)
El 80% gana menos de$54.412
Y el 50% gana menos de$28.717 (por debajo de la línea de indigencia)
El salario MVM hoy es de$31.104, apenas por encima de la línea de indigencia
La jubilación mínima es de humillantes$25.922
El 10% más rico se lleva el32,3% de la riqueza producida por todos
El 10% más pobre, el1.3%

¡Pero los ricos son los buenos, y los pobres, sobre todo los que protestan por esta oprobiosa realidad, son los malos y violentos!
¿Tanto le han “comido la cabeza”, la consciencia, a una buena parte de la población asalariada, para aceptar y reproducir ese discurso?
¿Cómo aceptar, cómo resignarse a semejante realidad sin sentir algo de culpa y vergüenza?
¿Qué esperan los que determinan lo que es lo “políticamente correcto”? ¿Qué los que no tienen ni para comer se pueran de hambre sin alzar la voz?
¿En serio creen que eso es posible?
Todos los gobiernos son elegidos por el voto popular cada cuatro años, voto al que traicionan apenas ocupan La Rosada al sentarse a decidir cómo será la vida de las mayorías, con la minoría empresaria, financiera, industrial y terrateniente, a los cuales sólo les importa sostener o aumentar su tasa de ganancia a costa de empobrecer al pueblo laborioso.
Es obvio que hay que cambiar las cosas. Esta sociedad capitalista, este sistema, sus instituciones, han probado largamente que sólo sirven para construir desigualdad, para concentrar la riqueza en pocas manos y empobrecer a las mayorías.
Es tiempo de decir BASTA.
Como lo hicieron esos miles de humildes desocupados del MTR Histórico frente al Ministerio de Desarrollo Social.
Sólo que para cambiar la realidad y darla vuelta por completo hacen falta millones y no unos pocos miles, y en lugar de escribir “basta de polenta” habrá que escribir en la historia de este país “basta de Capitalismo” y así por fin construir el socialismo en estas tierras.

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