Ayer cuando escuchaba a AF en su anuncio de la extensión de la cuarentena junto a Rodríguez Larreta, Axel Kicillof y dos epidemiólogos aprendí dos cuestiones, dos definiciones que no pueden pasar desapercibidas. Todo político o científico tiene una posición de clase y una metodología para comprender la realidad.
AF y su mesa, con las imágenes e indicadores, mostraban cómo la pandemia nos afecta desde el punto vista burgués: la plutocracia dice estar preocupada por nuestra salud, “que no debemos salir a buscar el virus”…pero nada dijeron que hay otro ambiente/medio contaminante y amenazante que pronto, sino ya, nos va enfermar: el hambre, la mala alimentación, el hacinamiento, el empobrecimiento al que nos conduce un sistema de relaciones sociales que es la principal causa de las enfermedades. Obvio, me refiero, al capitalismo.
Tomando las palabras de Alfredo Grande: nos cuidan, nos vigilan, quieren evitar que el conflicto social estalle. Queda claro que Pedro Cahn es un gran epidemiólogo, “que nos supo guiar” como sentencia AF… pero desde mi humilde posición proletaria, desde el barrio Iturbide, sur de Venado de Tuerto, sin agua potable de red, sin conexión de gas, ni cloacas, calles de tierras y un marrón que colorea visos de miseria y precarización al recorrer estas barriadas…cada vez extraño más a la querida Elisa Sementuch que me y nos enseñó que en la infectología hay clases sociales. Aquí el Covid 19 demuestra que los trabajadores precisamos más Carrillos, Di Gregorios, Carrascos y no estos “Cahnes”… AF lo dijo claramente: en esta pandemia hay dos sectores económicos que nunca pararon (y sin ningún afectado entre ellos): la industria alimenticia y la farmacéutica. Bien a lo bruto – en síntesis- nos tiran algo de pan, harina, alcohol y pastillas. Quédate adentro que el virus está afuera, dicen los políticos y científicos burgueses. Chillan las panzas señores, crujen nuestras cabezas de tanta pensadora y encierro señores, miran los ojos de los niños y jóvenes que tratan de entender que pasa más allá de la superficie. Pasa que hay una epidemia, hay hambre, hay tristeza, hay desconfianza en los otros, hay menos palabras, hay represión, en fin, gobierna el capitalismo. No tendremos la cabeza de Pedro Cahn pero si el corazón y la conciencia de Elisa S. Y la extrañamos.
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