Mientras la Ministra de Seguridad de la Nación incita al armamento de los ciudadanos con dinero y el Poder Judicial insiste en la falta de méritos de empresarios que detentan arsenales sin ningún tipo de justificación los agentes de seguridad privada hacen uso de las libertades que el poder les brinda y matan por nada. El pulpo de supermercados COTO ya famoso por habérseles encontrado armamento cuyo fines y razones no fueron aclarados nunca, está nuevamente en el centro de la escena siendo una vez más una amenaza privada a la seguridad pública.
El viernes 16 de agosto, Vicente Ferrer de 70 años, que padecía demencia senil, era interceptado por dos individuos de la seguridad del Supermercado COTO, sito en Brasil 575 de esta Ciudad Autónoma, luego de llevarse sin pagar tres artículos. El anciano fue molido a golpes por los vigiladores que no se detuvieron ni aún viéndolo en el piso e indefenso. Ferrer, fue arrastrado por los guardias de seguridad y abandonado en la acera. Una jóven que pasaba por el lugar intentó reanimar al anciano sin éxito. La policía llegó al lugar y trató de impedir que Nicolás Ramos, vecino del lugar y fotógrafo registrara el horror, al parecer la misión de los policías era garantizar el encubrimiento del hecho y en ese sentido un cronista en el lugar les era evidentemente molesto.
El mensaje de las corporaciones y su tolerancia cero a perder ganancias, ya está cansando a vastos sectores de la sociedad. Las empresas, cada vez más parecidas a las familias mafiosas no parecen tener límites ni tampoco el Estado parece estar interesado en ponérselos. Vecinos de San Telmo convocaron para esta noche a manifestarse en repudio de la violencia y del asesinato de Vicente Ferrer en la puerta del supermercado a partir de las 20 horas.
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