Comienza a perfilarse la necesidad kirchnerista de sentirse interpelados por un escenario capitalista y mundial que los obliga a estar en sintonía con las formas más tiránicas y criminales que haya que usar en esta pandemia. Para sacar mucho dinero y rédito político sin importar la crisis. Salvo algunas excepciones perdidas, nadie se baja un peso, es más lanzan furibundos ataques al estilo Néstor, al enemigo visible negado y que es títere de otro mayor al que sus jefes le temen y le ceden. Allí comienza el ejercicio para el que están entrenados los komunikagadores a sueldo y ad honorem. Ellos saldrán a atiborrar las redes sociales con el mensaje que se les indique. Los Komunikagadores de baja estopa son muy importantes como refutadores seriales de todo, más hoy que la gente se agolpa en esas redes, el trolleo es una cuestión de Estado. A veces tan trascendidos se sienten algunos que comienzan a gritar: “DESAGRADECIDOS” a quienes ahora para ellos “cacerolean”. Lo mismo gritaba Pinochet cuando dejaba La Moneda tras una dictadura sangrienta. Los totalitarismos y sus deidades infalibles no toleran que nada se marque, más en tiempos donde la gente puede expresarse a través de redes sociales y a traves de actos simbólicos. Véan la histeria de alguien que no parece entender la vida más que en binario.
Un largo camino para cualquiera es transitar de progre a botón de los de arriba. Renegar, ya habían renegado mucho y aún antes de la crisis sanitaria daban garantías de ponerse la gorra y salir en los diarios. Algunos ayer se horrorizaron con este servidor por marcar como hace siete años los mismos K en La Plata cantaban junto a los milicos. Parecen no haber perdido esa manía, en esta pandemia menos aún. Repiten la misma secuencia desde la Doctrina del Olvido, la misma en que todo lo últil lo plantean los de arriba que saben, son buenos y nunca se equivocan. Aunque vos no lo sepas, para ellos no sos más que un trosco, un macrista, un funcional a la derecha. Tal desmadre mental y paranoia con lleva a la necesidad de un enemigo al cual echarle la culpa de todo.
Ahora, el enemigo que encontraron es el cacerolazo de las 21:30, tildado por los alkahuetes de Estado como una acción al servicio de Techint (que sigue haciendo lo que se le canta) y del macrismo (que está siempre aliado con el Gobierno y su plan represivo de la pandemia), como si ese fuera el nuevo golpismo, lo destituyente. Sus jefes siguen sus vidas y sus histéricos ciudadanos ilustrados en sumisión se constituyen en una masa virtual de energúmenos para decir que el enemigo es uno y que el gobierno es el bien. Nunca les importó que sus jefes traiciones ideales profundos, tienen el pragmatismo de un marine estadounidense. Comienzan a vociferar que otra parte del pueblo es la culpable de lo que pasa. La pandemia los tiene asustados en la propia desconfianza que sus dirigentes hagan lo correcto. Su debacle moral los encuentra a las 21.45 cantando la marchita con la cana que los acompaña con sus sirenas. Pero no terminan ahí las bajezas, amenazan de común acuerdo con los botones que si sus jefes, los millonarios de la política se bajan los sueldos, se los bajan a los empleados públicos en general. Cuando se pierde la chaveta de la verdad y la vergüenza se pierde todo.
El Presidente se reúne con Don Hugo Moyano para besarle el traste junto con su poco desenvuelto Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Pedirles a esta gente que mantengan un segundo de coherencia es imposible. El enemigo es todo aquel que no le guste lo que hace el que manda y eso es invariable casi en la Historia Argentina. La población hace la cuarentena como corresponde y es respetuosa de las tácticas gubernamentales sobre la Pandemia. Sólo espera dos cosas que los popes de la política no pueden brindarle: generosidad y sinceridad.
Pedir que se los sueldos los funcionarios de Estado de importancia, jueces, legisladores y otros privilegiados sostenidos con el esfuerzo del pueblo no es ser enemigo, ponerse la gorra, señalar vecinos y aplaudir a los uniformados no se ve que sea nada revolucionario. Ni siquiera es nada novedoso, ni nada esperable de los miserables de arriba.
La cuarentena no va a ser eterna y los funcionarios en vez de dedicar su tiempo a quejarse del pueblo, deberían ponerse a facilitar la tarea de curar, no a reprimir como se ve en todo el país y que cuenta casi con aval presidencial diario. Tienen muchos problemas los renegados, ya que va a ser difícil borrar de nuestra memoria como actuaron de policías políticos quienes hasta hace unos días juraban ser progres.
Ya Ezra Pound nos lo había marcado: “La técnica de la infamia consiste en inventar dos mentiras y hacer que el pueblo discuta acaloradamente cuál de las dos es cierta”.
Si el grado de ignorancia de alguien lo lleva a pensar que hay infalibles es por que tiene un vacio de odio o angustia que no lo puede llenar o que no ve la forma de hacerlo de otra manera.
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