Pasaron dos años de aquella fatídica tarde en la que el macrismo cercaba el Congreso con vallas y despilfarraba gases y balas de goma para imponer un ajuste criminal por la fuerza. Hasta el día de hoy siguen procesados compañerxs por el accionar policial y hasta hay recompensas por la captura de alguno de ellos. Pasaron dos años de que Cristina y Rossi desde el Congreso y a través de Twitter mostraban su estupor por los vallados. Como siempre se les pasa. A Rossi antes de llegar al Gobierno impulsando el reequipamiento de las Fuerzas Armadas y a Cristina haciendo mutis por el foro y enviando a sus cagatintas y empleados a decir que este ajuste no es un ajuste, si no otra cosa.
Ya durante la mañana, en espera de manifestaciones de grupos opositores al ajuste, a los que los alkahuetes de Estado denostan de hacerle el juego a la derecha, mandaron a poner vallas alrededor del Congreso en realizando un primer cordón policial, que no sería el único. Frente al vallado había dos colectivos que completaban el cerco de agrupaciones afines al Gobierno que se mostraban allí como protegiendo al Congreso de las hordas que al momento de salir de la zona no habían llegado. Frente a la explanada y alimentado de energía por el mismo Congreso un escenario de la CCC que expresaba que era la “Fiesta de la No Represión” como cubriendo su triste rol de ser los guardianes populares del ajuste y queriéndonos vender que no tienen que ver con los de adentro pero los sirven de buen grado y reciben apoyo logístico de los mismos. Cuando quisimos fotografiar la complicidad del Congreso con los supuestos manifestantes autoconvocados (eufemismo para denominar a los parapoliciales que el Estado usará en lo sucesivo para oponerse a la resistencia popular al ajuste en marcha) fuimos invitados de buen grado a dejar el lugar. Accedimos quizás por la amabilidad del pedido y por que lo evidente de lo que queriamos mostrar ya estaba cubierto por la transmisión en vivo.
La tropa manifestante en si era bastante pequeña, pero lo suficiente con el apoyo de la policía como fuerza disuasiva para los grupos antiajuste. Unas dos mil personas que departía lo más bien con la tropa policial que en las laterales desplegaba un cordón móvil cuyo fin no era más que asistir a los paras en caso de un ataque exterior. Más tropa oficial que gente había para garantizar el paso del ajuste. Gran parte de lo ocurrido lo transmitimos en vivo. Luego de las transmisiones, parte de los parapoliciales se acercaron a increparnos y a preguntarnos qué y por qué transmitíamos desde el lugar. Simplemente les recordé que militamos un mismo espacio y que su actitud propia de la gorra no se compadecía con la que debe tener un compañero ante un trabajador de prensa cumpliendo su labor. Luego de los epítetos y cliches propios de esta gente nos fuimos del lugar, sabiendo que de entrada el Gobierno está mostrando que incorporará cierta vía paraestatal con el objetivo de negar las políticas de ajuste a solicitud del FMI que piensan implementar en el futuro.
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