En mi barrio hay dos tipos, los dos más ricos del barrio, muy buen pasar, viven uno frente al otro y no se pueden ni ver. Dos soretes, Uno es contratista, el otro vende droga.
En la cuadra también vive Juan, buen tipo, pero está en la mala, desde que nació está en la mala. Tiene dos nenas y su mujer está enferma, hace changas, hace de todo pero no alcanza, nunca alcanza, desde hace mucho tiempo nunca alcanza. Las nenas no tienen para comer y su mujer se muere de a poco. Ninguno de los dos soretes ricos jamás le prestó atención a Juan, ni lo saludan.
Un día Juan, cansado, muy cansado, desesperanzado se le ocurre pedirle trabajo al contratista. Va a la casa, toca timbre, el contratista lo ve por la camarita, y ni le abre la puerta.
Juan se cansa y se va
Al otro día igual, va hasta la casa del contratista, llama, y el sorete ni lo atiende.
Así durante tres meses, todos los días, con lluvia, con sol, todos los días. A pedir un laburo, una changa, lo que sea, y la puerta no se abre, nunca se abre.
El sorete del dealer, que tampoco lo saludaba, ni le había importado nunca Juan ni su familia. Pero que lo ve ir y venir todos los días a la casa del contratista junta, y no por generosidad, unos paquetes de fideos, una leche, un poco de carne y se va a lo de Juan.
Juan lo ve, se alarma. No quiere saber nada con él, sabe que es malo, por eso nunca se le ocurrió pedirle ayuda. Pero el sorete no dice nada, deja la bolsa y se va. Las pibas comen, después de mucho tiempo, comen.
Al otro día, el dealer vuelve le pregunta por su mujer. Juan le dice que está muy enferma, que se está muriendo. Que él no le puede comprar remedios y el Estado no lo ayuda. El sorete se los compra.
Al otro día le lleva ropa y calzado para las nenas
A los tres meses Juan está vendiendo droga para el sorete del dealer.
Un día el sorete del contratista se cruza con Juan en la calle. Lo mira con desprecio y le grita:
_ “VES POR QUÉ NO TE ABRÍA LA PUERTA FALOPERO DE MIERDA!!”
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Dedicado a los soretes que, cuando los indígenas pedían ayuda, los dejaron tirados como perros sarnosos y ahora los critican porque van a una marcha. A los soretes que reprochan a quienes atienden un merendero porque van a otra marcha y nunca les acercaron un paquete de fideos.
Dedicaron a todos los que juzgan desde el odio, desde sus cómodos sillones, sin conocer las historias,
Eso hacen los soretes.
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