El Esquema Ponzi es una operación fraudulenta de inversión que implica abonar a los inversores intereses obtenidos del dinero de nuevos inversores. Es decir, un sistema piramidal en el cual la única manera de repartir beneficios a los primeros inversores es generando ganancias con el dinero aportado por otros nuevos inversores que caen engañados por las promesas de obtener igualmente beneficios de quienes entren después. Este sistema no invierte en instrumentos financieros, sino que redistribuye el dinero de unos inversionistas hacia otros, por lo que el sistema funciona solamente si crece la cantidad de inversores en la pirámide; una vez que deja de entrar gente al “negocio”, el estafador se ve impedido a cumplir su promesa y la pirámide colapsa. Se le llama así en “honor” a Carlo Ponzi que en 1920 llevara a cabo una estafa sideral en base a la compra de cupones de respuesta internacional de correos. Convenció a miles de inversores a apoyar esa operación con capital. En el capitalismo actual los esquemas Ponzi se esconden en cadenas de dinero como Relevance y sus famosos limpia pingüinos que generaría millones en días. La realidad indicó que si no metían gente o mejor dicho su dinero al esquema sólo iban a perder su dinero. Quién no se pone a convencer a otros para que pongan plata pierde su dinero. Hay muchos corolarios como la empresa Omnilife del mexicano Jorge Vergara que pone avisos convocando a gente que necesita trabajos y les explica redes y demás para ganar dinero rápido y fácil sin esfuerzo, todo pagando un bono que “seguro recuperás con tu primera venta” . Una nueva cadena piramidal se crea y cada tanto reclutan nuevos socios que sólo dejan su dinero y suman a los que ya se lograron mantener en la cadena y colocarse arriba estafando a desesperados desempleados. También hay varios empresarios de “criptomonedas” que recogen capital y luego parten con él dejando con papelitos y acciones a los inversores que les creyeron.
Así las cosas, desde algunas organizaciones se plantean esquemas revolucionarios parecidos aunque un poco más perversos. La llamada táctica del tupper de comida le ha dado muy buenos resultados a una serie de estafadores cuyo dedo acusador apunta a quienes no se venden. Marx hablaba del cambio de modo de producción planteando que el mismo se produce cuando las nuevas fuerzas productivas desbordan al antiguo régimen. Es allí donde se produce la revolución y no con la simple toma del poder de Estado. De esta manera, algunos interpretan que solicitar la administración de fondos estatales para dar a los más humildes un salario precarizado es la manera en la que “prefigurativamente” alcanzarán la formas de nuevas fuerzas productivas que resquebrajen el orden social y lo suplanten. Aunque puede sonar bonito el planteo, el mismo queda reducido a escombros cuando se piensa que no hay Estado burgués que te dé los medios para que lo derrumbes, tan simple como eso y que la simple transferencia de fondos sobrantes de la corrupción de ese mismo Estado jamás alcanzará para ninguna transformación revolucionaria. De esta manera, además de darle al Estado el control de marginales precarizados del sistema se crea una nueva patronal tan precaria como ajena a interesarse por las más minimas normas de seguridad social de los cooperativistas. Un doble rasero patronal se genera así y la prefiguración pretendida cae por si misma y sólo reproduce las formas de explotación del sistema, “sin derecho a pataleo” por que los patrones se presentan como alegres compañeros. Pobre Gramsci por decir uno de ellos, cuántas mentiras pueden llegar a decirse en su nombre.
Las “orgas” que llevan a cabo ésto no tienen mucho que envidiarle a los estafadores capitalista generadores de los Esquemas Ponzi. Comienzan armando una oligarquía de coroneles que administran una serie de cooperativas que brindan servicios al Estado y que reclutan a gente de las barriadas más humildes a las que les prometen una suma mensual de dinero por trabajar para las cooperativas.
Aclaramos que no vemos mal que se le reclamen o arranquen fondos al Estado para mitigar en un mínimo la situación de marginación social que viven vastos sectores de la clase trabajadora. Lo que sí vemos mal es que detrás de ellos se monte una burcocracia que poco tenga que ver con la revolución y que sólo sirva para administrar una explotación capitalista solapada con una pantalla de movimiento social revolucionario. Nadieva a financiar la prefiguración de un cambio de modo de producción, debido a que no hay una vía capitalista al socialismo. Sólo bastará para mantener contenido y en stand by el descontento social con una vanguardia financiera muy poco esclarecida al que tendrá ese mismo Estado atada a los fondos que les brinda.
Sabemos que la construcción de genuinas fuerzas productivas es un proceso largo, difícil y penoso a veces, pero lo realmente vergonzoso es que se quiera mostrar como acción revolucionaria lo que no es más que la administración de la miseria. Es decir la revolución que no altere para nada la rutina.
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