Olivos Gate: el presidente se deschavetó en La Matanza

Alberto Fernández sacado, perdido y asustado, al contraataque a puro realismo mágico.

El Presidente se ve muy afectado por la situación que “le” generó una serie de problemas con todes. Para él, fue sólo un simple error, de esos que él no admitía a nadie, que decía que con él se terminaba la Argentina de los Vivos, de esos “errores” que acabaron con la desaparición seguida de muerte de Facundo Astudillo Castro y tantos otros que mataron las fuerzas de seguridad ante el aval criminal que desde la Rosada se les brindaba a esas bandas armadas para someter todas las libertades ciudadanas sin ninguna piedad. Esta vez, no nos acusó de idiotas, si no de miserables por no perdonar tan facilmente su desidia e irrespeto hacia el otro, hacia el Pueblo, al cual encarceló, diciendo que era por su propio bien. En Olivos estaban de fiesta con un pueblo prisionero de la falta de ideas de un Gobierno que tenía un lobbysta en el Ministerio de Salud y que actuaba como empresario en medio de la pandemia. El primero y más nocivos de los idiotas es el Presidente de la República y lo confirma cada día más. Primero nos decía que íbamos a buscar nosotres el virus y que después no quería lamentos y fue él el que se contagió de Covid y pretendía enseñarnos a lavarnos las manos. El sucio fue el Presidente, que ahora además se siente ofendido por qué sus supuestas disculpas de campaña surgieron a destiempo y expresadas en forma poco clara. La batalla por superar el ridículo está perdida, ahora hay que recurrir a la Segunda Doctrina Kirchner, que se basa en denunciar una acción del golpismo invisible que está agazapado, esperando el error. Proyectan en los otros lo que ellos son, como si al hacerlo no aumentara nuestra convicción de lo siniestros que pueden llegar a ser cuando se asustan. Sobre todo, cuando ya no hay manera de justificar más mentiras, pero se tiene que seguir haciéndolo por necesidad casi. Hay que agitar el fantasma golpista, no les importa que hace seis meses eran los fundamentalistas del toque de queda.

Es el anteúltimo exabrupto presidencial, de este que ya es el Presidente del Berrinche y se produjo en otra de esas desfachatadas inauguraciones proselitistas, que el “banana” que tenemos de fiesta en Olivos no puede dejar de hacer, aunque sea una para de omnibus en Quemú-Quemú. Inaugurar, aunque sea nada y que se puede rectificar de uno a otro discurso las metidas de pata que se mande. Ni siquiera eso puede hacer bien, tanta soberbia, con la que pretenden ocultarsus múltiples mezquindades, entonces, llegado el caso, recurren a las enseñanzas de Néstor Kirchner de salir a insultar a un enemigo invisible que prepara un Golpe de Estado.

El Presidente pretende que hablando como un barrabrava emocionado lo hace ver fuerte, pero lo que todo el mundo ve es como se transforma en un nenito de mami asustado que tiene que enfrentrarse a las consecuencias de sus actos y no quiere. El credo peronista toma aquí nueva dimensión: la culpa del otro.

El Presidente ha perdido la chaveta y gritando como un desaforado empezó a llamar miserables a los que entendieron que el mandatario le echaba la culpa a la Primera Dama por la realización del festejo. También, a los gritos, como si asustara a alguien poderoso, que no es el caso del Dr. Alberto Fernández, aseguró que él se había disculpado y que nunca le echó la culpa a su esposa y que el responsable es él y que se hace cargo, todo ante un grupo de beneficiarios estatales que aplaudieron con pasión cada exabrupto del Primer Mandatario. Imagino que entre los miserables incluirá, el caprichoso mandón al Ministro de Seguridad Bonaerense, Sergio Berni por esta cuestión o a vastos miembros del Frente de Todos que lo criticaron por eso mismo. hecho éso y ante la complicidad del aplauso alKahuete, inició de nuevo una transferencia de responsabilidades al ex-presidente Mauricio Macri, de lo que sigue admitiendo aún como un simple error. El Presidente está asustado y lo gobierna el miedo. Imaginen solamente si hubiera obtenido los superpoderes que pedía. Hoy todo el mundo sabe que gobernó desde la mentira, poniéndose por encima de las normas de dudosa constitucionalidad que él mismo dictaba y que aplicaba con suma fiereza contra los menos poderosos. Durante la cuarentena no respetó sus propios designios hechos decreto, tampoco respetó la vida ni la libertad de las personas y fue el principal cultor de un Estado Burocrático Autoritario que no sirvió para combatir el Covid-19 y que ni el Gobierno respetar siquiera un poco.

A continuación les bridamos el ridículo y siniestro discurso presidencial, más precisamente, la parte de los desvaríos del primer mandatario sobre la cuestión que la calle ha dado en llamar “Olivos Gate”.

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