Hace unos días circularon por redes sociales fotos que mostraban una fiesta de cumpleaños, violatoria totalmente del Protocolo y que además estaba prohibida por DNU 567/2020 que en otras páginas de este mismo artículo les brindaremos. Las huestes oficialistas, desde el inicio del culebrón de las visitas a Olivos, que no llamaron la atención a este medio hasta ahora, pasaron de ensayar que era mentira, a justificar al igual que el mismo presidente que él recibió mucha gente en Olivos, por la pandemia. Las visitas inexplicables de Sofia Pacchi a Olivos, no eran un tema que nos ocupaba, no somos las viejas recalcitrantes que piden vendettas. No somos Policía del Pensamiento, ni Parapoliciales al Servicio del Régimen, como sí lo son las redes de denunciantes e informantes en que han transformado a su militancia.

Los sucesos se le vinieron encima y no supieron que hacer y decidieron hacer lo de siempre, confesión sin disculpas reales y salir rápido del tema. Como son fanáticos, sobreestiman su capacidad de colar mentiras y llegan a extremos como éstos en los que queda claro que son tan mala gente como imbéciles. No les cabe otra definición. No importa lo que haga el de arriba, es el que manda y está bien. Negarán siempre todo y si no será una operación de Magnetto, que parece es el que manda en el país segun esta gente.

Cuando se cansaron de mentir, sabían que se venía lo peor, podría haber registros fílmicos de la cosa también que no salieron a la luz. Como fuera, al inicio de la campaña el Gobierno tenía que salir a decir algo y los medios alkahuetes ensayaron absurdas explicaciones de lo inexplicable.

Pero para sumarle al ridículo, el Presidente ensayó una Declaración Alford, en otra de sus inauguraciones de campaña, que les reproducimos a continuación:

El Presidente salió de esta manera tan teatral y siniestra a hacer un control de daños para él, al menos, definitivo. Sale a decir que lamenta, que todo es público, que nadie escondió nada, etcétera y bla bla bla. Lo que lamenta el Presidente de la República es que se haya sabido y que las fotos eran incontestables. No ensayó ninguna disculpa, sólo dijo que no volverá a ocurrir. Se sabe impune, pero se mantiene firme en lo suyo: con el enemigo ni justicia.

El Presidente confesó que cometió un delito, que él mismo tipificó durante las quedas anticonstitucionales y criminales y quedará impune como siempre. No habrá ninguna sanción ni siquiera ética. ¿Por qué motivo habría de disculparse? De ninguna manera, los soñadores del estado burocrático autoritario jamás pueden admitir que su perfección imaginaria tenga fisuras.


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Olivos Gate: otra hoguera de vanidades

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