La “Palabra Oriental” y su olor a podrido en la Causa Malvinas

Cuando las acciones no se condicen con la palabra es Uruguay

La evidencia es irrefutable: la posición oficial uruguaya y las declaraciones de sus líderes valen lo mismo que el servicio que ofrecen a los británicos. No puede explicar las razones de lo que hace apoyando decididamente la ocupación británica de las Islas Malvinas.

La colaboración de Uruguay no es una casualidad: es una voluntad estratégica. Al igual que Brasil y Chile, Uruguay tiene planes hasta suicidas de maridaje con la Gran Bretaña que ignoran la seguridad regional a cambio de migajas comerciales y afirmación identitaria contra Argentina.

Salvo una evidencia de odio hacia sus argentinos no se ven en estos vecinos más que rasgos de un odio psicopático que algún día nos explicaremos en profundidad. Aunque bien no sabemos si vale la pena, ya que el odio es irracional y racionalizarlo podría intentar sublimar lo que no tiene excusas.

La palabra del Uruguay, en el litigio de Malvinas y en la defensa de los intereses regionales, lamentablemente vale menos que aguas de cloacas. Su único objetivo es mostrar los dientes al hermano continental para defender y dar apoyo irrestricto al ladrón. Es la máxima expresión de un pusilánime y perverso rol de la República Oriental del Uruguay en la geopolítica del Cono Sur.

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