Chile: donde todo empezó con acusaciones de minorías y sectarimos para decir pueblo

por El Irreverente

Hace un año atrás, los cultores del régimen acusaban a unos pibes que saltaban los molinetes del subte de ser una minoría violenta que no los representaba. El pueblo se movilizó y tras meses de andar saltando mucho del establishment político chileno decidió ver si podían colgarse de una ola que debían alcanzar.

El Gobierno de Chile estaba ya en jaque y optó por patear la cosa al marco donde se sentía más cómodo, organizar un plebiscito para que la mayoría ficticia los apoye en la perpetuidad de la Constitución pinochetista y así acallar la protesta social. Pero la cosa no sólo no se calmó, le recogieron el guante y un año después quedó claro que cuatro de cada cinco chilenos quieren que se vaya el último bastión del pinochetismo. La cosa no queda ahí, ya que los parlamentarios en ejercicio deberán ser electos como constituyentes, ya que ni esa opción pudieron imponer.

Ahora, el establishment deberá preparar un largo camino para controlar y tratar de aplacar los ánimos de cambio social que se impulsan después de este plebiscito. Viene el camino de obstáculos del sistema, los partidos tradicionales se preparan para que sus constituyentes sean electos el 11 de abril de 2021. Seguir pateando la pelota para adelante parece ser la única estrategia de autodefensa de un régimen en llamas. Llegará la cosa hasta 2022 donde se votará en definitiva en un plebiscito la Constitución nueva y esa será la última trampa del establishment. ¿Lo lograrán? Todos los resortes de autoprotección están activados, dependerá de la consistencia y la resistencia de la lucha del pueblo lo que marcará su efectividad o no.

Por lo pronto, la pelota está en manos del pueblo chileno, que confiamos encontrará como hasta ahora la manera de terminar con los últimos atisbos de resistencia del establishment o navegará hacia una nueva decepción.

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