Un día volvió el Cabaret de Todos. Con su Madame Pompadour presa, el peronismo anda haciendo experimentos y revoluciones, pero nada que altere la rutina como es tradición en esta grey política corrupta de la Argentina.
En medio del armado en que Kicillof se alineó con Massa (sí de nuevo Massa, de nuevo el mismo cretinaje entreguista) para ponerle frenito al delfín de la Emperatriz de Tolosa, surge un viejo idiota útil de Cristina: Juan Grabois. Reproduciendo las bajezas que lo llevaron a ser de las palabras menos creíbles en el país desde que aseguró que no se iba a devorar a Massa, hasta que se lo sirvieron con fritas luego de una soberana paliza en 2023.
Juan el “23” Grabois busca revancha, tiene que jugar para esa tribuna que imagina de los “pibes para la liberación” yéndose a apoyarlo y transformándolo en Obispo. Pretende hacernos creer que es Romero, cuando más se parece a Poli. Sale a cuestionar a Massa nuevamente, pero esta vez Massa no le responde, para eso tiene familia numerosa y cuando esté cansadito lo humillará de nuevo.
Un combate en el que ya sabemos el resultado de antemano, Grabois asegura que él mide más y pide cargos. Es un monje mendicante, un poco cascarrabias, para sumarle grotesco al personaje que ha decidido interpretar. Él grita, vocifera, vende humo y se vuelve a resignar, hasta que un día supone la pegará.
Milei está haciendo demasiados esfuerzos para ser derrotado en octubre, pero de seguir así la cosa, la tendrá difícil, ya que el peronismo da para todo.
Seguiremos informando sobre la sarta de groserías que representan estas elecciones de Provincia de Buenos Aires, donde hay que esperarlo todo.
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