
Tras eso, su Vicepresidenta salió a denunciar que las medidas del Presidente representaban un “golpe de estado”. Su Canciller, César Landa, acusó al mandatario peruano de haber dado “un autogolpe de Estado” e invocó a la comunidad internacional a ayudar al “re-encauzamiento democrático en Perú”, además de declarar que el mandatario tomó la decisión de disolver el Congreso sin su apoyo. Tras la renuncia de Landa, otros cinco ministros se bajaban del lado de Castillo y su orden de disolver el Congreso se caía a pedazos, como su sueño de ser el Dictador del Perú.
A las 15:50 (hora de la Argentina), Pedro Castillo había sido oficialmente destituído como presidente del Perú por incapacidad moral, con 101 votos a favor de la destitución por promover un golpe de Estado.
En ese mismo acto se designó como nueva Presidenta del Perú a Dina Boluarte.
Castillo ya estaba abandonando la Casa de Gobierno con rumbo desconocido.
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