ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LAS PASO (SETIEMBRE 2021)

LO QUE SE EXPRESÓ EL DOMINGO FUE LA BRONCA POPULAR

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Es posible que en noviembre los guarismos cambien. Es posible que muchos de los que el pasado domingo repudiaron al gobierno lo voten, como acto instintivo de supervivencia ante el peligro amarillo.
Institucionalmente, tendrá valor la formalidad de noviembre.
Pero lo concreto, lo central, lo que hay que tener en cuenta –porque va a determinar sin dudas el porvenir de este país-, es el humor social que quedó plasmado en las últimas PASO. Esa bronca, esa rabia, viene acumulándose desde hace años, décadas, por el traslado incesante de riqueza desde las mayorías populares hacia la minoría dueña del poder económico, que se plasma en la pobreza, en la indigencia, en el hambre de millones, en una deuda que tomaron y fugaron empresarios, terratenientes, ceos y sus gobiernos, pero que paga el pueblo con sudor y sufrimiento; en el déficit de viviendas dignas, en la represión por ocupar tierras baldías; en la falta de trabajo, y en la sobra de precarización. Las clases dominantes y sus instrumentos institucionales y de comunicación querrán barrer esa rabia bajo la alfombra de la formalidad institucional, pero como el sol, esa rabia está… y está creciendo. Y su expresión en las urnas puede trasladarse a las calles cualquier día de los que vendrán.
La sociedad argentina es un volcán que puede entrar en erupción en cualquier momento.

En el marco de este diagnóstico, con la bronca popular a flor de piel y creciendo, parece un contrasentido para quienes se pretendan revolucionarios, querer encausarla dentro del sistema que está siendo cuestionado, más por necesidad e instinto que por ideología, pero cuestionado al fin.
Si la obligación de todo revolucionario es hacer la Revolución, la tarea es sin dudas hacer madurar las condiciones para ello, por más lejos que esté. La tarea de la hora no es llamar a votar dentro de un sistema que genera la realidad que las masas cuestionan y hasta repudian, si no todo lo contrario. Si las condiciones sociales son peores que las del 2001, en lugar de encausar la bronca hacia las urnas, hay que agitar la rebelión.

Encausar la bronca. Denunciar la farsa democrática, señalar con claridad las causas de todos los males populares, llenar de volantes y afiches cada plaza, calle, fábrica, universidad o terminal del país, pintar las paredes desde Ushuaia a La Quiaca, movilizar contra los centros de poder, llamar a la unidad de acción a las fuerzas revolucionarias, convocar al pueblo a boicotear las elecciones.
Derruir la legitimidad de toda la institucionalidad de este país que concentra la riqueza en pocas manos condenando a la angustia y la pobreza a las mayorías populares es el camino entonces.
Señalar que otra forma de organizar la sociedad es posible, una donde nadie viva del sudor ajeno y donde los medios de producción, de servicio y la tierra se socialicen entre todos los seres humanos.

Quien piense que semejante tarea puede llevarla a cabo por sí sólo –sea el grupo que sea-, no sólo le miente al pueblo: se miente a sí mismo. La división es funcional al interés de las clases dominantes y su sistema. Se avizoran tiempos turbulentos en el horizonte y sólo la unidad de los que pretenden cambiar la realidad de raíz hará posible enfrentarlos con coherencia. La izquierda no puede repetir la experiencia del 2001. Hacer lo correcto puede hacer la diferencia. Si eso ocurre, entonces esta vez la historia puede ser otra.

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