El gobierno recibió una paliza histórica, como nunca sufrió el peronismo aún perdiendo en otras ocasiones. Con los 6.774.427 votos conseguidos el domingo, respecto de las generales del 2019 (12.946.037), perdió la enormidad de 6.171.610 votos. Si se quiere medir respecto de las PASO 2019 (12.205.938), perdió la friolera de 5.431.511.
Sin dudas muchos ungieron a la fórmula Fernández-Fernández en 2019 para echar a Macri y creyendo –cándidamente- que el FDT podía cambiar de raíz lo hecho (mejor dicho lo destruido) por el fugador serial y su Banda de Ceos. Evidentemente muchos de ellos no le perdonan que sólo se haya dedicado a administrar la herencia de los globos amarillos y lo demostraron en las urnas. No es gratis optar por los empresarios y el FMI en lugar de por el pueblo. No es gratis el salvaje ajuste del gobierno de los Fernández.
Esto ha profundizado la tensión interna en el oficialismo, entre el kirchnerismo que exige cambios a la política del gobierno –que sólo implican intentar repartir algunas migajas más que las que ahora se reparten a las masas populares; ni de lejos se les pasa por la cabeza algo así como los programas de La Falda o Huerta Grande que el propio peronismo supo engendrar- y el albertismo-massismo que quiere seguir con su completa genuflexión a los dictados del poder económico.
El “voto castigo”, a pesar de los titulares de los diarios y medios de comunicación, afectó también a la derecha criminal de los Juntos por el Cambio, que respecto del 2019 también perdió millones: con sus 8.714.544 votos, perdió respecto de las generales 2019 (10.811.586), 2.097.042 de votos. Respecto de las PASO, sumó 592.855 votos. Lo que parece ser su techo, porque en noviembre difícilmente puedan aspirar a sumar mucho más que los 642.568 votos conseguidos por la derecha fascista encarnada por Milei y Espert.
El fenómeno de la “derechización” del electorado sólo se percibe en los medios de comunicación. Algo así como en las películas de Holywood parecen haber ganado los yanquis en Vietnam: la realidad es otra cosa. Los yanquis perdieron en Vietnam y aquí y ahora la derecha parece no avanzar tanto –sino todo lo contrario- en las preferencias populares, comparado con la –para los parámetros en los que se maneja- buena elección de la izquierda (sobre todo el FITU, que en estas circunstancias acaricia su cielo soñado, al recibir parte de la estampida de votantes que huyó espantado del FDT, al menos en las urnas, y por ahora). Para los medios de comunicación, voceros del sistema de explotación, los poco más de 600mil votos de la impresentable dupla nazi (Milei-Espert) valen más que los 1.033.321 del FITU y los cientos de miles más sumados por Zamora, Altamira y el resto de la izquierda electoralera.
Lo que mostraron las PASO del domingo pasado es otra cosa
La participación del 65,73% del electorado es la más baja de la historia, no sólo de las PASO, sino de las generales. Incluso más baja que en el 2001, cuando participó el 75% del padrón (y después pasó lo que pasó…).
El 34,27% de los habilitados para votar SE AUSENTÓ, es decir ¡¡ 11.781.731 personas!!
De los que votaron, 1.442.609 lo hicieron en blanco a anularon su voto, introduciendo en los sobres imágenes de, entre otros, carpinchos, Messi, Scaloni o insultos varios a la clase política del sistema.
A esos 13.224.340 (suma de los ausentes + voto blanco + anulados) expresiones de bronca popular pueden sumárseles los 1.033.321 del FITU (lo que da 14.257.661). Si sumamos el resto de los votos a las diferentes expresiones de la izquierda, el voto BRONCA rondaría los 15 millones de personas: el 43% del padrón electoral. Una cantidad que ningún presidente electo desde la recuperación de la “democracia” pudo arañar siquiera (los porcentajes esgrimidos en todas las elecciones son medidos respecto del total de votos, no del padrón).
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