29N: cuando la Plaza se defendió a mano y sin permiso

¿Se te pasó lo bravo, Pampu? Esta vez la frustración fue de los fascistas

El dirigente neonazi Carlos Gustavo Pampillón, procesado judicialmente por asociación ilícita y actos discriminatorios, ha labrado su trayectoria política sobre la base de la violencia simbólica contra los pilares de la Memoria, la Verdad y la Justicia. Su historial de agresiones incluye la instigación al vandalismo del Monumento de la Base Naval de Mar del Plata (un ex centro clandestino de detención), desfigurado con consignas negacionistas y la firma “FONAPA”, además del ataque al Centro de Residentes Bolivianos. Estos son los claros antecedentes de su ofensiva contra el símbolo de los pañuelos de las Madres de Plaza de Mayo.

El pasado 29 de noviembre, Pampillón llevó su provocación al corazón de la memoria argentina con un intento de “copar” la Plaza de Mayo. La acción fue una performance cuidadosamente orquestada: ingresando por el lado de Paseo Colón y sin la compañía de su grupo, el propio Pampillón se grabó en video y lo publicó en sus redes sociales, jactándose de su ingreso. Sin embargo, su incursión fue un fracaso escénico y político, quedando físicamente reducido al Área de Seguridad de Estado, un sector vallado y fuertemente custodiado por un despliegue masivo de fuerzas federales de todas las que te imagines.

Mientras Pampillón era celosamente custodiado y contenido, el contraste de la actitud de las fuerzas federales hacia los ciudadanos que se acercaron a defender el espacio de la Memoria fue brutal. Los miembros de las fuerzas de seguridad, liderados por los desafiantes Albatros de la Prefectura, mostraron un entusiasmo inusitado en su despliegue agresivo contra este grupo. Los manifestantes, que les gritaban consignas relacionadas con los buques británicos HMS Forth y FPV Lilibet (símbolos de la ocupación en Malvinas y de la muerte de argentinos en el Atlántico Sur), fueron recibidos con hostilidad y violencia por cuanta fuerza de seguridad tuviera violentos de palo y escudo cerca, todo para defender a un agresor serial como Pampillón que viene a pedir que indulten a los represores de la última dictadura militar.

Una vez más, quedó en evidencia que este Gobierno tiene apuntados los cañones hacia adentro, priorizando la confrontación con la ciudadanía que defiende la soberanía y la memoria, en lugar de enfrentar a los ingleses, por ejemplo.

El líder neonazi, que amenaza los símbolos de las Madres, solo pudo actuar bajo la protección de un Estado que destinó ingentes recursos de seguridad para contenerlo y aislarlo del repudio ciudadano. La movilización de todas estas fuerzas para custodiar su performance implica un gasto estatal que alguien debió asumir. Al garantizar que Pampillón pudiera concretar su acto (aun confinado detrás de vallas y rejas) la respuesta oficial exhibe una preocupante tolerancia estatal hacia este grado de provocación y violencia política de la ultraderecha, validando la peligrosa percepción de que los afines a la “ultra” pueden ejercer libremente su provocación en el centro cívico del país, siempre y cuando cuenten con la sombra protectora de un costoso operativo policial.

Prácticamente las policías tenían como hipótesis de conflicto enfrentar a unos zurdos pro-Palestina y el bien tutelado era salvaguardar al violento de las consecuencias de sus actos y amenazas.

¡Vamos a las imágenes!

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