Introducción al Informe

El Gobierno del Presidente Javier Milei no se detiene; avanza como un Tren Fantasma acelerado por la ideología y la velocidad del ajuste, sin mirar los costos sociales ni los límites institucionales.
Su combustible es el despojo de conquistas sociales y su destino, el desmantelamiento de los consensos democráticos. Ya lo vamos viendo cuando los miércoles le pegan a los jubilados y ni siquiera los dejan protestar decentemente.
Cuando decimos consensos democráticos hablamos de pautas de convivencia que ayudan a que la imposición del poder no sea solamente por la violencia y tener su mandato un mínimo consentimiento. Como cuando se dice que la democracia argentina funciona por que empresarios y Estado tienen derecho a robar y la ciudadanía tenía derecho a cortar la calle por lo que se le cante. Hoy solamente la casta asentó sus derechos e ingresos y el resto del país hace equilibrios.
En este sombrío viaje, la “civilidad paria” asiste, paralizada por el miedo, a la escalada de las violencias estatales que se consolidan con cada movimiento en el Gabinete.
La oficialización de los reemplazos de Patricia Bullrich y Luis Petri no es una simple rotación de cargos, sino un mensaje deliberado y dual: la designación de Alejandra Monteoliva garantiza la continuidad innegociable de la mano dura en Seguridad, mientras que el nombramiento del Teniente General Carlos Presti en Defensa rompe un principio democrático de 40 años, poniendo a un militar en el control civil de las Fuerzas Armadas.
Así el Gobierno pretende utilizar el ajuste económico como ariete y las rupturas institucionales como prueba de fuego para una sociedad que, anclada en la “lealtad por polarización”, parece dispuesta a tolerar el terror de la locomotora con tal de no ver regresar al fantasma opositor.
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