
En el Estado de las Luchas la pauta nos lleva a una tradicional fábrica de golosinas, que vendió su marca señera a una multinacional y que hace unos meses atrás se floreaba de haber “recuperado” esa marca. En realidad la recuperó en 2022, pero la empresa salió a mostrar un nuevo perfil mileísta: negar la crisis, aunque la empresa se cae a pedazos, solamente sostenida por la represión accesoria estatal en índices de saturación muy Bullrich.
Muy valioso gesto que muchos en el ámbito empresarial vieron con buenos ojos, que no es muy excepcional, pero que lo haga Georgalos era importante. Una muestra de lástima que los dueños de las marcas como Toddy, Flynn Paff, Lengüetazo, Bazooka, Palitos de la Selva, Namur y Pequeños Placeres, interpretan como un guiño del empresariado y el Estado para hacer fachadas construidas sobre la superexplotación de sus obreros.
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