El “Caso Elvira”: suprimir la verdad en pos de cancelar al otro que “debe” ser el malo

Uno de los casos más recientes es el de una jubilada muerta luego de una marcha de la tercera edad que son constantemente reprimidas por tropas al servicio del Okupa Mayor de Buenos Aires, Mauricio Macri y al salvaje ultracapitalista que pusimos en la Rosada. La salvajada del régimen por si solas es suficiente, no hace falta inventarle datos siniestros para agregarle nada. Un puntero de originarios macrista en 2015 me dijo en cuando inventó que los atacantes de un Acampe Qom eran gente del Gobierno de Cristina, que “si me hacen un foul yo me tiro adentro del área buscando el penal”. Ese “buscar el penal” tiene consecuencias, que aún estos seres poco dotados de empatía e intelecto deberían conocer, macabras e injustas. Es el goce de endilgarle al otro lo que sea, no importa que sea cierto o no.

Viven en la “posverdad” que es la mentira maquillada y te hablan de Patria que es el Estado presentándose sublime para matar ciudadanos. La verdad debería sobrar, ya que el Poder es siniestro, nada más que esta gente defiende algún tipo de facción de poder en directo o, en el caso de la izquierdita liberal integrada al sistema, en diferido. No pueden cuestionar el sistema que les llena la panza, entonces alguien en ese sistema debe ser siempre peor, a ver si de tal manera son alternativa para hacer lo mismo que los otros, pero por ahí le ponen un poquito de limón de focas aplaudidoras que son lo que les sobra.

Insistimos que las consecuencias de esta acción para la lucha es nefasta. Quitarse la poca confiabilidad que los sectores socialistas, anarquistas y demases revolucionarios les llevó años construir es inconcebible, ya que siempre el sistema siempre tendrá una reserva que se muestre antisistema y desde ese lugar de suma pedorrada pretenden pontificar y apoyar esas pésimas propuestas y farsas no solo es poco inteligente, sino más bien siniestro. Es la forma más infame de entrega de quienes quieren cambiar las cosas y no solamente el color de ella y la cuenta bancaria de sus sirvientes.

La jubilada gaseada, Elvira murió luego de la marcha. Ni siquiera verificaron si la jubilada estaba bien, de chequear ni hablar, los perfectos no chequean, saben la verdad o lo que debe ser de antemano. Tal el grado de limitaciones de esta gente que no se admite la Humanidad para ellos mismos y no la digiere en el otro que es aquel que puede sospechar que su vida es servilismo por un plato de comida.

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