Nos permitimos dudar de la excelencia de la OMS y del liberalismo de Milei
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Sabido es que este Gobierno, todo el elenco, está muy impregnado de conceptos homofóbicos, negaciones de la identidad de género, que en la Argentina es Ley (más precisamente la 26.743) y demás cuestiones ligadas a lo que llamamos diversidad. Hasta sus cráneos como Bertie Benegas Lynch se niega a reconocer el matrimonio entre personas del mismo y se hace llamar liberal. Si le hablás a este señor de Benedetto Crocce supone que es el cuatro de la Juventus.
La OMS, como fue siempre un organismo que debe traficar con el promedio suele inclinarse a que los regímenes musulmanes sigan aportando a la universalidad del organismo recién en 1990 y luego de que los movimientos de diversidades a nivel planetario los denunciaran y se movilizaran por esta cuestión excluyó a la homosexualidad como lo que consideraban era una patología curable. Casi diez años antes del fin del Siglo XX estos señores seguían pensando como enfermedad a la homosexualidad.
Vemos que la OMS debió enfrentar a colectivos que en esos tiempos eran perseguidos vilmente por los estados y que obligaron a rectificar sus políticas, algo que Milei y sus trucholiberales han sentido y fuerte luego de la Marcha del 1° de Febrero, donde su silencio sobre lo que combatía fue contagioso a todes Les Chukys de la Ultra que se quedaron muditos.
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Pero la resistencia de la OMS no terminaría ahí, hasta 2018 el organismo “rector” de la salud, cuya excelencia científica y académica es un mito pernicioso y peligroso para la libertad y la salud de las personas, resistió y recién el 18 de junio de ese año excluyeron al transgénero de las enfermedades mentales.
28 años después de haber excluido a la homosexualidad de las enfermedades estos señores que se le dan de grandes científicos se dieron cuenta que el transgénero no es una enfermedad mental, algo que cualquier niño en la Argentina sabe como mínimo cuando es escolarizado.
Dista mucho de ser serio un Organismo con esta nefasta Historia y mucho menos de tener la potestad de meterse en cada país y pedirle plata a esos mismo países para hacerlo.
Una heroica resistencia de los incapaces y negados de la OMS es algo que Milei y su troupe de homófobos no comprenden. Ellos son la versión (digamos) occidental y cristiana del talibanato. Se sienten cruzados y la “tibieza” de la OMS los pone frenéticos.
En realidad hay muchas cosas en común entre Milei y sus secuaces y la Organización Mundial de la Salud, hoy separados por mandato de seguir a Donald Trump y sus políticas miserables, cualquieras estas sean.
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