En su ridícula hipocresía, el Presidente de la República del Brasil, el Señor Luiz Inácio Lula Da Silva, sigue confirmando su servicio al imperialismo, lo que se extiende a todo el BRICS, mientras al mismo tiempo asegura que todos los países deben luchar contra el hambre, algo que él ni siquiera ha intentado hacer en su propio país.
Lula no tiene límites, es capaz de comerciar con quién sea lo que sea y poco le importa más que mantener su troupe de alKahuetes y sacarse fotos con quién sea que tenga dinero para gastar en Brasil y de allí sacar lo propio. El único límite es la Argentina y los negocios de los empresarios y militares brasileños con Gran Bretaña en las Malvinas.
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