Ya en anteriores informes de esta misma emisora se habló de una ofensiva brutal del Estado sobre la clase pasiva a la que procuró aniquilar su capacidad de mejorar siquiera un poco en su dignidad. El Gobierno de la Ultra tomó las consignas de que los que menos tienen funden al Estado. Ni Néstor, en tiempos de su más inmoral hipocresía, se había atrevido a tanto.
A continuación, les brindamos dos informes sobre esta violencia homicida del Estado, luego del veto presidencial.
¡Vamos a los informes!
Dijimos que el Gobierno les ha declarado la guerra, tratando a quienes lo dieron todo, como un gasto, como una molestia para sus objetivos patrióticos e históricos, según el Presidente de la Nación mismo, claramente.
Hasta aquí pareciera que a les jubilades les mojaron la oreja y se guardaron. Respecto a muches politiques, puede ser cierto. Si la situación económica de la población activa es desesperante, la de les jubilades es por demás inviable para continuidad de su existencia.
Nuevamente, o como casi siempre, les jubilades están en la encrucijada. Ya no hay paso atrás: es enfrentar al Estado o esperar una muerte muy indigna.
En su peor momento no gozan del apoyo de nadie. Como si el “sálvese quién pueda” se hubiera hecho la única ley inamovible. Por ahora, estarían venciendo las egoístas y sociópatas ideas de Les Chukys, penetrando a todas las organizaciones sociales y sindicales, que se ven a si mismas derrotadas. Pidiendo permisos al Estado y retrotrayendo las luchas del movimiento piquetero a los límites del menemismo de los 90, habiendo perdido las calles por emparentarse, enmaridarse muchas de esas organizaciones con el Estado, en un pasado muy reciente de pandemia y de traición.
Más preocupante es la inacción de los sectores medios urbanos, los que mueven el amperímetro, los que hacen que se escondan los poderosos y sus protocolos cuando se mueven. Hoy están tranquilitos, cuál Susanita de Mafalda diciendo “que barbaridad” y siguiendo con sus vidas.
Decimos que, por ahora, va ganando el Estado, dado que este tipo de medidas de choque contra la Tercera Edad, nunca son gratis.
Y no creemos que esta sea la excepción.
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