A las 21 horas del lunes 22 de abril, el Presidente de la Nación habló al país en Cadena Nacional dándose dique de que está todo bien, al menos en su patética visión del mundo.
Podemos destacar de entrada su escenografía con olor a naftalina que fue de lo más poco serio en la Historia de nuestro país y eso que tuvimos vastos ejemplos de estos tipos de montajes. Según parece, el Presidente quiso mostrar a su equipo económico como si fueran cuatro pilares con los brazos por delante, pareciéndose más a muñecos de torta o haciendo una mala barrera para el antiguo arquero de Chacarita.
Luego de intentar explicar su teatral despropósito, Milei se dedicó a pasar una lista de epítetos a todes sus opositores reales e imaginarios, con groserías que no se le hubieran ocurrido ni a su mentor, el Capitán Ingeniero Alvaro Alsogaray. Destacamos en especial el de “PETARDISTAS TRIBUNEROS”. Le recomienda este Irreverente al Presidente de la Nación que si busca crear o destacar un estereotipo de lo negativo que no se parezca tanto a como se autopercibe usted ni a cómo llegó al poder.
Pasada la lista de sus odios y pesadillas anunció que el Sector Público Nacional registró un superavit financiero de más de 275.000 millones de de pesos. Dicho eso volvió a jugar la farsa de Harry Truman y el bombazo al Japón y le salió a echar la culpa de todo a la pesada herencia y aseguró que ese es el camino para acabar con el “Infierno Inflacionario”.
En algún momento el Presidente reaccionó y volvió a hablar del superavit fiscal como una “hazaña”, recayó y aumento su fantasía asegurando que su Gobierno evitó una “inflación del 7600%”. Siguió con su cantar de gesta sosteniendo que este dato es “un hito que no tiene parangón en la Historia Occidental”. Nuestro Presidente “SE AMA”.
A esta altura creemos que el Presidente está totalmente decidido a categorizarse a si mismo como Gengis Khan o el mismo César. Gran parte del discurso se la pasó hablando de milagros, esos que deben ser muy sutiles ya que el pueblo está sumido en el hambre, mientras la casta no perdió un solo privilegio.
Volvió al motivo de la cadena diciendo que lograron esta “hazaña” cortándole el chorro de plata a las provincias amigas del estado nacional, acabando con el 87% de la obra pública y que en el futuro la “obra pública” será privada, sentando allí de nuevo las bases reales de su modelo de democracia pay-per-view. Entre otras razones de esta “hazaña” agregó la reducción del 50% de los cargos políticos en el Estado y la eliminación de la “pauta publicitaria a los medios amigos”.
Más sueltito de cuerpo, definió que todo esto se hizo de manera “económicamente sustentable y moralmente deseable”. Sazonó con una afirmación terminante: “no pagaron justos por pecadores”. Una proverbial muestra de cinismo cuando la llamada casta no perdió un solo privilegio. Tanta charlatanería religiosa por momentos nos hizo pensar si el Presidente estaba comunicando algo al Pueblo o si simplemente estaba rezando en público. A un grado surrealista confesó que se gastó una fortuna en vouchers para que los nenes ricos puedan pagar un privado ya pagado con la de todes con subsidios siempre malhabidos y no dijo una palabra sobre el vaciamiento de los comedores populares.
Cuando ya se mezclaban, angelitos y demonios en su discurso decidió lanzar otra de sus estrambóticas afirmaciones: “la inflación se está desplomando”.
Al igual que sus antecesores peronistas, Milei no ve otro horizonte para el crecimiento económico que el extractivismo liso y llano. Ganancias rápidas para la casta y sus patrones oligárKicos e imperialistas, veneno seguro para las poblaciones que padecen los efluvios de la soja, la megaminería y el fracking. Lo mismo que desde los 90, las crías de Menem insisten en que solamente podemos vender pedazos del país para crecer.
Siguiendo con su iracundo derrotero, pasó facturas al Congreso de que no le dio los superpoderes y no le votó la Ley Bases.
Mientras vitoreaba y los llamaba “patriotas” a los cuatro muñecos de torta del equipo económico, continuó con sus lecturas de la Biblia y otros cuentos fantásticos por el estilo. El Primer Mandatario se dirige a un público embrutecido capaz de repetir sus barbaridades. Ese público que siempre lo justificará todo lo que se haga arriba, esperando mendicante un pedazo de algo. Sin fisuras repetir hasta el cansancio que “la culpa es del otro” y con “nosotros está todo bien”. La base del parapolicialismo imperante es la misma en la ultraderecha que en el peronismo. La casta hoy es parte del Gobierno y Milei no le recortó ningún privilegio.
El Pueblo deberá esperar un tiempo más y creer en las fuerzas del cielo. El Presidente se siente sin límites, como todo poderoso, que no ve que sus actos tengan consecuencias y si las tiene no le importan.
El poder hace lo que el Pueblo le permite que haga. Y en eso Javier Milei no es la excepción.
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