
Si bien este cincuentón uruguayense está totalmente “tocame un vals” y actuó solito en esta ridículo intento de magnicidio, no deja de ser el símbolo del reciclaje peronista-menemista-kirchnerista, o como quieran llamarle estos proyectores de sus propias miserias.
Su fanatismo no ha llevado a que el Presidente de la Nación sea declaradamente de ultraderecha.
Tampoco es que sus jefes entiendan mucho más allá de sus berrinches, no se puede esperar mucho más de esta pobre gente que les sirve con devoción.
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