Cuando un peronista se hace el gracioso, además de no causar la más mínima gracia, deja aflorar las peores características de los seres que no pueden sucumbir ante la tentación de violentarte con sus ridículas muestras de poder: de machos. Para ellos el humor no puede ser inútil solamente, ya que lo ven como un arma para ridiculizar al otro que no creé en sus espejitos de colores. El humor útil nunca es gracioso, solamente es un manto de sacralidad de lo exacrable.
Humor y Estado son y serán asuntos separados, al menos que quieras una receta para el desastre de los personalismos que deifnen el credo peronista. Cuando el Partido-Estado llega a los niveles de someter al humor por compra o por simple cooptación, todo se puede esperar. Apoderarse hasta de la risa, es una tarea en la que el Peronismo se va a ocupar siempre.
Del enemigo que inventen surgirá la virtud invisible de ellos mismos; y cuanto mayor sea la sumisión al poder, más altas serán las dosis de dinero para ser felices que recibirán. Eso los mueve y eso los conmueve.
Desde hace tres años y un poco ni EAMEO, ni Karcelona, ni todes les humoristas vendides, hacen gracia a nadie, ni a los propios y cautivos alKahuetes con Síndrome de Estocolmo, por haber roto todo lazo, en virtud de defender a unos cerdos millonarios y su llegada y permanencia en el poder.
Cualquier mísero dinero del amo tapa con asfalto la mínima decencia que con la que el arte de hacer reír debe contar. La risa de la gente, esa que no podés controlar, surge bien alejada del Estado o riéndose de él. Otra estupidez peronista, como la de controlar el relato y algunos, en un etapa terminal, sueñan con controlar hasta los pensamientos, con tal de que no se vea que claramente son el Partido de las OligarKías y el Imperialismo. Les brota la hipocresía por los poros y, cuando ya se confían, les brota a cada micrófono al que acceden.
Nacieron de esa farsa de gritar “Perón o Braden” y de nunca, pero nunca, dejar de servir fielmente a las oligarKías y el imperialismo. No se puede pretender más de esta gente, que maltraten cuando se sienten agredidos, que es siempre que una de sus mentiras y personalismos liberaloides salen a la luz. No pueden evitarlo, antinaturalmente están obligados a ser así, ya que la propia Historia y la realidad los dejan en evidencia. Mentir es una cuestión de supervivencia.
Nuestro Presidente se quiso hacer el gracioso, por que sabe que no nos causa ninguna gracia ver como vende los huesos de la abuela, hipotecando no solamente el futuro del país, si no también su presente. Necesita mostrarse como que tiene algo de poder, tiene que verse fuerte, tiene que asustar a alguien y aprovechar para ensayar su hipocresía: arma fundamental sin la que un buen peronista no sale siquiera a la calle.
No fue un chiste, no fue un exabrupto, fue grosero, machirulo y fascista: fue bien peronista.
Vamos a ver a nuestro Presidente descargando lo peor de su pésimo humor sobre una periodista española: un auténtico queso de bola consuetudinario.
¡Vamos a las imágenes!
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